Leyendo un libro de Monterroso, me apareció el siguiente fragmento:
y mi voz que madura y mi voz quemadura y mi bosque madura y mi voz quema dura
Me resulto curioso comprobar que existan estas cuatro frases fonológicamente suenen casi de forma idéntica, pero las palabras son diferente y lógicamente tendrá significado diferente.
Haciendo una búsqueda rápida por internet, he visto que este fragmento forma parte del poema "Nocturno en que nada se oye! de Xavier Villaurrutia.
levantamos los hombres una ermita,
que así como el Edén es delicioso
porque el Señor lo habita
el campo es más hermoso
cuando el Dios que lo hizo lo visita.
Dios quiso un día derramar verdura
sobre los campos de Cabrera amenos,
y aquella casta de la sangre pura,
la rica casta de los hombres buenos,
aquellos que la vida atravesaron
con paso de viajero que no yerra,
una ermita en Cabrera levantaron,
y vivieron con Dios sobre la tierra.
Era la raza cuya muerte lloro
cuando con Dios para llorar me encierro,
almas de acero, corazones de oro,
pechos de cera y miel, brazos de hierro.
Hijos de Dios y para Dios criados,
conocieron a Dios; fueron piadosos;
pidieron solo pan; fueron honrados;
el mundo no los vio; fueron dichosos.
Con Dios vivir supieron,
y en Dios al fin morir. ¡Cuán sabios fueron!
Eran los campos su vivienda hermosa;
los del hogar, sus pensamientos fijos;
su eterno amor, la esposa;
su eterno afán, los hijos;
su instrumento, el arado;
el bien querer, su natural deseo;
y el bien obrar, su natural estado,
y el Cristo de la ermita de Cabrera,
su rey, su amor, su providencia era.
La mano tosca y dura
del anónimo artista
que labrara la bárbara escultura
supo infundir en ella,
con sublime inconsciencia de vidente,
las grandezas insólitas de aquella
fe gigantesca de la vieja gente.
Era el sagrado leño
la visión infantil, místico sueño,
mayestático símbolo imponente
de la robusta concepción cristiana
del alma ruda y sana
que a Cristo-Dios en la conciencia siente.
¡Nuestro Cristo es aquél! Nos lo legaron
los rudos patriarcas
que vivieron con Él y a Él consagraron
las nativas y fértiles comarcas.
¡Nuestro Cristo es aquél! Éramos niños
y los maternos labios rumorosos
que cantando difunden los cariños
y besando los sellan amorosos,
nos cantaban con música de gloria
y habla de oro que la suya era,
la de prodigios peregrina historia
del Cristo de la ermita de Cabrera.
¡Nuestro Cristo es aquel! ¿Qué hermano mío
en mi Patria nació que no haya amado,
si Dios para el amor los ha criado
y siempre al bien su voluntad dispuesta
hace nacer a la mujer honesta
en la tierra feliz del hombre honrado?
¿Y quién que tuvo amores
en al tierra feliz de mis mayores
del idilio amoroso no escribía
la página primera
en aquella famosa romería
del Cristo de la ermita de Cabrera?
¡Nuestro Cristo es aquel!
¿Te acuerdas del delantal de la abuela? La principal función del delantal de la abuela era proteger el vestido que estaba debajo. Pero, además, servía de agarradera para retirar la sartén más que caliente del fuego. Era una maravilla secando las lágrimas de los niños y, en ciertas ocasiones, limpiando sus caritas sucias. El delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos, los pollitos que necesitaban terapia intensiva y a veces los huevos golpeados que terminaban en el horno. Con él se recogían los frutos que caían de los árboles al terminar el verano. Cuando llegaban visitas, el delantal de la abuela servía de refugio a los niños tímidos y, cuando hacía frío, la abuela se envolvía los brazos en él. Servía también de canasto para llevar las verduras desde la huerta. Cuando se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y agitaba el delantal, y entonces los hombres que estaban en los campos comprendían de inmediato que el almuerzo estaba listo. Después de usarse en la cosecha de la cebada, le tocaba el turno con los repollos. Cuando alguien llegaba inesperadamente, era sorprendente la rapidez con que el viejo delantal podía sacar el polvo de los muebles. Pasarán largos años antes de que alguien invente un objeto que pueda reemplazar aquel viejo delantal que tantas funciones cumplía… Tengan que proteger el vestido, dado que hoy hay muchos, y tenemos máquinas que los laven. Las agarraderas de las sartenes ya no queman. Las caritas de los niños las lavamos con toallitas húmedas. El fuego lo avivamos con un botón o una llave. Y el polvo lo quitamos con bayetas ecológicas que repelen el polvo… ,,, En recuerdo de mi abuela, hoy tengo colgado en mi cocina, un DELANTAL, que me recuerda a aquella persona tan querida y que tantas cosas fue capaz de hacer con el delantal y… sobre todo, con mucho cariño. DEDICADO A LOS ABUELOS/AS
Aquí os dejo los textos y los videos con las poesía que participó
Primera participación: UNO Y CERO
Uno no quería contar con nadie,
y uno no entendía porque era impar,
si antes de él había alguien,
uno no quería contar con nadie,
y uno sentía que después de él,
estaba el infinito,
y a uno, lo sempiterno le daba miedo,
así que uno muerto de pavor
se fijo en cero,
y cuando uno veía a cero,
pensó que cero era el número más bonito,
y aunque viniendo antes que él, era entero,
uno pensó que en cero
había encontrado el amor verdadero,
que en cero había encontrado su par,
así que decidió ser sincero con cero,
y decirle que aunque era un cero a la izquierda,
sería el cero que le daría
valor y sentido a su vida,
eso de ser el primero ya no le iba,
así que le dio a cero una gran bienvenida,
juntos eran pura alegría y se completaban,
uno tenía cero tolerancia al alcohol,
pero con cero se podía tomar una cerveza cero,
por su aniversario, aunque para eso,
tuviesen que inventarse una fecha cero
en el calendario.
Cero era algo cerrado,
y le costaba representar textos,
pero con uno hacia el perfecto código binario,
eran los dígitos del barrio
y procesaban el amor a diario,
pero uno no sabe lo que tiene
hasta que no lo tiene,
así que uno perdió a cero
y para cuando uno se dio cuenta,
cero ya contaba de la mano con menos uno,
que a pesar de ser algo negativo,
le trataba como a una reina.
Cero le gustaba que a menos uno
fuera original, tener un hueco,
y menos uno, un guión con el que podían jugar.
Cero le gustaba que menos uno
no fuese uno más,
que menos uno no fuese ordinal,
que fuese justamente competitivo
y cuando jugasen al uno,
menos uno no le dejase ganar cero,
sentía que a diferencia de uno,
menos uno si la trataba
como un número de verdad,
y menos uno no ponía peros
ni pretendría darle valor a cero
poniendo comas entre ellos.
Menos uno no tenía complejos,
y cuando hacían el amor,
a menos uno le encantaba estar bajo cero,
y uno volvía a quedarse solo,
separado como una unidad.
Sin cero, su vida se consumía como una vela,
sin cero, el tiempo de él hacía mella,
y uno empezó a contar sin cero,
y se olvidó de los besos de cero,
del sexo con cero, de los celos de cero,
y no empezó a contar sin cero.
Uno se olvidó de cero y le dijo adiós,
se olvidó de cero y tal vez hasta del amor,
y empezó a contar, hacia lo que más miedo le daba,
hasta el infinito, o tal vez, solo hasta dos.
Segunda participación: LUNA Y TIERRA
Se acercaba el día de su decimoctavo cumpleaños. y la tierra se encontraba acostada hacia algún lugar del espacio, porque desde que vio a la luna no dejó de provocarse efectos mariposa en el estómago. A ver si así podía poner en práctica la teoría del caos y conocerla.
Pero la luna era ordenada. Meticulosa y apasionada de las cifras, al principio no se fiaba de alguien que había tardado sólo cinco billones de años en pedirlo salir a una chica. Que tal vez su interés era superficial y sólo le interesaban las vistas, porque se comentaban que con ella, los polvos estelares se veían de maravilla.
Pero el día de la cita se esmeró buscando dentro del armario una fase... Preguntándose si no era muy atrevido vestirse con ese escotado cuarto menguante, si maquillarse o dejarse ver los cráteres. Si darle una oportunidad a una chica después de haber saltado para la humanidad y dado pasitos en falso para los hombres.
Mientras, la tierra no paraba de preguntarse qué iba a contarle. Tal vez que después de lo de los dinosaurios, de mayor quería ser controladora área de estrellas fugaces. Que en la tierra todos eramos ciudadanos de un lugar llamado primer mundo, porque el segundo nos sabía a poco y el tercero todavía estaba en vías de desarrollo. Que en la tierra eramos unos extremistas religiosos un poco absurdos y que nos llenábamos la boca de orgullo gritando: ¡Mi Dios besa mejor que el tuyo!
Que en la tierra no importa el color de la piel. Que nadie te detiene para que justifiques tu existencia con un trozo de papel. Que es más fácil ser mujer. Que dos sí se pelean aunque uno no quiere. Y al revés. Que uno no tiene suficiente con dos y busca a tres para inventarse que son felices los cuatro. Hasta que se multiplica el problema y cuatro acaba llamando al 016.
Que los refugiados no están hechos de opiniones en internet. Que en la tierra no nos rompemos el corazón al recordar el pasado. Que no somos tan simples que después de una relación 'fuimos' no se conjuga en el pretérito perfecto complicado.
Cómo iba a impresionar a la lunática que afectaba a su gravedad. A la que le dijeron que era imposible tapar el sol con un solo eclipse y demostró que no era verdad. Cuando lo único genuino era que en la tierra somos unos rebeldes a la hora de amar. Que toda la vía láctea ya puede declararse en huelga que ese día iremos a trabajar, que no somos más que un instante en este lugar.
Pero vivimos como si la eternidad no fuese más que una hora que todavía no ha cumplido su mayoría de edad. La tierra podía contarle todo eso a la luna, con algún que otro engaño, o simplemente empezar la cita diciéndole que era su cumpleaños.
Final: MAMA
Hola, esta carta debía haberla escrito hace dos años,
Así que por esta vez permitirme hablar en primera persona y os prometo que ya acabo.
Mamá, me encanta escribir a ordenador,
aunque detesto todo lo que trae el Word 2016 como predeterminado.
Sonará extraño, pero es como si la existencia me hubiese concedido la habilidad de leer entre opciones de interlineado
y la verdad es que detesto el cuerpo del Calibrí,
los once puntos y el 1,0 de espaciado.
Mamá, me enseñaste que la vida resumía en pedir disculpas, dar las gracias y decir por favor
y también en guardar cada cinco minutos los archivos de Word
porque en cualquier momento podía producirse un apagón y nos quedábamos unos días sin luz.
Mamá, gracias por tu gratitud,
por todo lo bueno y por preocuparte del cuándo, del cómo, del dónde y con quién salía.
Yo y mi juventud.
A veces contestándote con mala actitud hasta que tú y tus collejas me recordabas que pa'mala tú.
Mamá, lo siento por entender demasiado tarde que por más veloz que sea el amor a primera vista siempre quedará segundo si se enfrenta al amor de madre.
Por enseñarme que padre no sólo es aquel que tiene un hijo,
padres son todos aquellos a los que los sueños les quedan pequeños,
a lo poco que duermen para cumplirlos y aparte.
Lo siento por buscar lo extraordinario en otros planetas, por contestarte con mensajes cuando ya había encontrado la vida para llamarte.
Mamá, ahora, ahora el mundo se detiene cuando hablo mamá,
porque tú te casaste con la felicidad y no firmaste la separación de bienes.
Y ahora... jamás volverá a pasar por mi cabeza la idea de quitarme la vida,
porque la felicidad me debe la mitad de todo lo que tiene.
Mamá, tal vez yo sólo sea un instante,
como una de esas faltas de ortografía que en el Word 2016 se corrigen solas o se borra.
Mamá, tal vez yo sea eso,
pero yo te quiero recta, a doble espacio
y en Times New Roman...
Gracias".
A veces la rutina diaria, nos convierte en seres grises, pero todos deberíamos encontrar nuestra "isla" para que nos vuelvan los colores y podamos renovar nuestras ilusiones