viernes, 24 de diciembre de 2010

La Navidad y 365 días más


DECÁLOGO DE NAVIDAD


Si tienes tristeza, ¡Alégrate!
La Navidad es GOZO

Si tienes enemigos, ¡Reconcíliate!
La Navidad es PAZ

Si tienes amigos, ¡Búscalos!
La Navidad es ENCUENTRO

Si tienes pobres a tu lado, ¡Ayúdalos!
La Navidad es DON

Si tienes orgullosa soberbia, ¡Sepúltala!
La Navidad es HUMILDAD

Si tienes deudas, ¡Págalas!
La Navidad es JUSTICIA

Si tienes maldad y pecado, ¡Arrepiéntete y cambia!
La Navidad es CONVERSIÓN Y GRACIA

Si tienes tinieblas, ¡Enciende tu farol!
La Navidad es LUZ

Si tienes errores, ¡Reflexiona!
La Navidad es VERDAD

Si tienes resentimientos, ¡Olvídalos!
La Navidad es AMOR

Si piensas que todo esto solo pasa un día ¡Alárgalo!
La Navidad puede ser TODOS LOS DÍAS DEL AÑO

¡¡ Feliz Navidad !!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Poema a las Estrellas

En honor al nombre del blog, a continuación os copio un poema de Pablo Neruda

Oda A Una Estrella

ASOMANDO a la noche
en la terraza
de un rascacielos altísimo y amargo
pude tocar la bóveda nocturna
y en un acto de amor extraordinario
me apoderé de una celeste estrella.

Negra estaba la noche
y yo me deslizaba
por la calle
con la estrella robada en el bolsillo.
De cristal tembloroso
parecía
y era
de pronto
como si llevara
un paquete de hielo
o una espada de arcángel en el cinto.

La guardé
temeroso
debajo de la cama
para que no la descubriera nadie,
pero su luz
atravesó
primero
la lana del colchón,
luego
las tejas,
el techo de mi casa.

Incómodos
se hicieron
para mí
los más privados menesteres.

Siempre con esa luz
de astral acetileno
que palpitaba como si quisiera
regresar a la noche,
yo no podía
preocuparme de todos
mis deberes
y así fue que olvidé pagar mis cuentas
y me quedé sin pan ni provisiones.

Mientras tanto, en la calle,
se amotinaban
transeúntes, mundanos
vendedores
atraídos sin duda
por el fulgor insólito
que veían salir de mi ventana.

Entonces
recogí
otra vez mi estrella,
con cuidado
la envolví en mi pañuelo
y enmascarado entre la muchedumbre
pude pasar sin ser reconocido.
Me dirigí al oeste,
al río Verde,
que allí bajo los sauces
es sereno.

Tomé la estrella de la noche fría
y suavemente
la eché sobre las aguas.

Y no me sorprendió
que se alejara
como un pez insoluble
moviendo
en la noche del río
su cuerpo de diamante.